Los programas de préstamos consisten (para quienes prestan el dinero) en invertir o prestar un capital, produciéndoles intereses durante el tiempo que dura el préstamo, a eso se llama Capitalización. Por el contrario, la operación que hace quien ha pedido el préstamo, consistente en devolver el capital que se le ha prestado con los correspondientes intereses, se llama Amortización. Existen dos tipos de capitalización: a) la capitalización simple, aplicada generalmente a los préstamos que deben ser rembolsados en periodos cortos y b) la capitalización compuesta, que se utiliza cuando los préstamos se amortizan en periodos de tiempo más prolongados.
En los préstamos de capitalización simple, el interés producido en todos y cada uno de los periodos de tiempo (cuotas a pagar) es el resultado de multiplicar el capital inicial por el tanto por ciento y dividir entre cien; por lo tanto, el capital final a pagar resulta de sumar el capital inicial (dinero que efectivamente se prestó) y los intereses de todos los periodos. En la capitalización compuesta, en cambio, el capital cambia en cada periodo, pues hay que sumar al capital anterior el interés producido en ese periodo y así sucesivamente. Los préstamos de capitalización compuesta son lógicamente más onerosos y menos convenientes para quien pide el dinero, pero mucho más redituables para quien lo presta. En algunos países de América Latina a este tipo de préstamo se le llama préstamos con capitalización de intereses.
Como opción de financiamiento de los estudios universitarios, siempre es mejor evitar los préstamos pues la situación económica que tenías al momento de tomarlo puede variar con el tiempo y hacerte imposible realizar los reembolsos correspondientes. Si esto te sucede, se generarían intereses moratorios (intereses por mora) que suelen ser mucho más altos que los intereses de capitalización y que se van acumulando mes a mes, tanto en los préstamos de capitalización simple como en los préstamos de capitalización compuesta. Además, muchos prestamistas cargan a las cuotas de reembolso los llamados gastos administrativos que suelen ser en muchos casos (cuando la institución que presta el dinero no es seria) una forma encubierta de aumentar la tasa de interés a niveles usurarios.
Si no tienes más opciones que recurrir a los préstamos como forma de financiamiento, recuerda siempre leer y comprender las condiciones; si tienes dudas, no firmes nada pues al firmar el pagaré ya te estás obligando legalmente, con todas las consecuencias que ello implica. Ante eventuales dudas consulta a algún asesor independiente que no esté vinculado a quien te prestará el dinero. Sé consciente de que lo que hoy puede parecer la solución quizás mañana sea tu principal problema.
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