Según la Federal Reserve “” el Banco Central de los Estado Unidos “” actualmente hay más de $11 mil millones ($11,000,000,000,000) en saldos hipotecarios residenciales vigentes en el país. Esto representa dinero que los dueños de las casas le daban a terceros como bancos, financieras o prestamistas. Estas hipotecas requieren pagos regulares — cuotas — para mantenerse vigentes. Si el dueño de la casa o el responsable por cumplir con las cuotas de la hipoteca fallece, ¿qué sucede con esa hipoteca? Bueno, la deuda sigue. No desaparece. Ya que esa deuda está respaldada por la casa, puede llegar hasta el desalojo de la familia del difunto para que el banco pueda venderla y saldar la hipoteca.
Para evitar este escenario tan doloroso para una familia que sufre la pérdida de un ser querido, existe el seguro de vida hipotecario. Este seguro paga una indemnización si la persona responsable por pagar la hipoteca fallece. El saldo completo es pagado directamente al prestamista, dejando el título de la casa sin deudas a los herederos del difunto. La prima no cuesta mucho y permanece vigente y sin incrementos durante el término de la hipoteca.
Es una buena idea proteger a tu familia en caso de que mueras prematuramente, pero este tipo de seguro tiene varios problemas importantes:
- El beneficiario es la financiera, no tu familia. Con este seguro, tu familia no recibe un solo centavo. La financiera recibe el saldo que se le debe y eso es todo.
- La indemnización disminuye, pero la prima permanece igual. Como el saldo de la hipoteca baja cada vez que pagas una cuota, se puede decir que la indemnización que paga este seguro también baja con el tiempo. A pesar de estar recibiendo menos protección, tu prima no cambia. Entonces, estás pagando por algo que pierde valor
- La prima es barata, pero no es un regalo. Cuando se compara con otros productos financieros disponibles que también ofrecen protección, no luce como la ganga que algunos lo hacen ver.
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